Lo que dejó el debut de Walter Erviti en Alvarado, saldado con triunfo por 1 a 0 ante Villa Mitre.
por Sebastián Arana
La presentación oficial de Walter Erviti en Alvarado, en el plano individual, no pudo ser mejor. Lució bien, rápido, preciso, hizo un gran despliegue, corrió tanto como en sus mejores años, llegó al gol y le dio la victoria a los suyos. Redondo.
Como muchos suponían, la inyección de jerarquía fue evidente. Casi instantánea. Tardó diez minutos el marplatense en ponerle su marca al partido con Villa Mitre. Su aporte, por lo que se vio, no se reducirá al pase que clarifica. Como mostró en el gol, puede llegar tranquilamente a posiciones de remate. Y también dar una mano para recuperar la pelota. En el nivel que se vio el domingo, Alvarado tiene ahora al mejor jugador del Federal A.
La individualidad, sin embargo, enriquece al equipo, pero no lo supera. La calidad de Erviti, incuestionablemente, sumará. Pero si la estructura colectiva no la apuntala, no será suficientemente aprovechada.
Alvarado no puede darse el lujo de no explotar a un jugador que le entrega casi todos los balones a los compañeros. Si de los pies de Erviti siempre sale algo criterioso, pues la pelota tiene que pasar más por ellos.
El talento del jugador surgido en Talleres apareció esporádicamente. Intervino bien. Pero no fue eje. No está incorporado al ADN del equipo aquello de “recuperar la pelota y dársela al 10”.
Fue evidente en una jugada del segundo tiempo. Erviti descargó hacia Litre, que estaba contra la banda, e inmediatamente se mostró para recibir la devolución. El pase estaba claro. Pero el pigüense prefirió asegurar el control y cedió el balón hacia atrás a la posición de Urquiza. Y así pasó la oportunidad de iniciar un avance más profundo.
El equipo, además, puede descansar en él cuando es sometido a un asedio como el de los diez minutos finales del partido del domingo. En la recta final Alvarado se metió atrás, cedió terreno y pelota y se encomendó a Rago y a que el rival no tenga puntería. Jugó a la lotería. Y sólo de casualidad no se empató un partido que tenía metido en el freezer.
Aún en ese momento, en una acción aislada, Erviti recibió de Cocchi, le devolvió el toque y le pidió inmediatamente la devolución. Marcando una intención de retener la pelota con fines defensivos. La sumatoria de pases fáciles -tontos, si se quiere- es muy útil para superar momentos adversos. “Si la tenemos nosotros, no la tienen ellos”, se suele decir hasta en un “picado” informal. Parece una tontería. No lo es. Retener la pelota es desarmar al rival. Alvarado también tiene que aprender a utilizar a su “joya” en ese sentido.
En resumen, la inyección de jerarquía que se dio el plantel de Giganti es notoria. Falta lo otro. Lo más importante. También lo que más tiempo lleva: el contagio. Que esa calidad sirva para mejorar a los demás y que los demás aprendan a apoyarse en esa calidad. Sólo entonces Alvarado tendrá bases reales para soñar con el ascenso.